miércoles, 2 de mayo de 2007

ECOS DE OTOÑO (1999)

ECOS DE OTOÑO


Mañana autumnal



PASEANDO POR TALIARTE

Las gaviotas vuelan
en círculos en torno al edificio.
Abajo el aire está frío y limpio.
Observo los cálidos jardines,
desiertos de espíritus
y no obstante, abarrotados de palomas.

Dentro todo parece sombrío y silencioso
pero hay corazones que laten fuertes y tenaces.
Hay gente por los alrededores que se siente libre
a pesar de su apariencia de muros humanos.

No quisiera sentirme derrotada
pero su compañía me da esperanza.
La vejez es tan incierta que puede ser
incluso la más bella etapa de tu vida.




Tiene unas manos delicadas y a la vez fuertes.
Así lo requiere su trabajo.
Sabe eludir la realidad cuando conviene
y hacer caso omiso de las quejas
sin que se le diga nada a cambio.

Tiene fuerza en la mirada y dulzura en la voz.
Ambas le sirven para plantar cara
al desafío de su frente.
Sabe fingir no ser visto y cree que todo
va bien cuando así se le presenta.

Sólo hay una cosa que no sabe:
hoy se ha encontrado con mis ojos.




SOL DE OTOÑO

Tras una curva sinuosa
se desliza en la mañana el sol del otoño.
Hace frío pero él calienta los cristales
en medio de la brisa marina.
He tardado en acostumbrar
mis ojos a su resplandor
y confieso que el primer día
sentí miedo.

Me gusta cuando me saluda vespertino
en medio de las nubes,
tímido y paulatino, pálido y caluroso;
sol de otoño matutino, fuerte y tembloroso.




¿A qué no sabes por qué lloro?
Porque te busco y no te encuentro,
porque me cierran las puertas por inexperta. Porque requieres más de lo que soy
y menos de lo que necesito.
El viento serpentea
en los resquicios de tu nombre.
Miro a las frágiles palomas volar
hacia el horizonte de los años inciertos.
El olor que desprenden estos pasillos
me resulta nauseabundo.
En cada habitación hay un nombre,
una historia, unos besos olvidados
y hasta, intacta, una canción
bajo este techo disfrazado de cobijo.




Si de veras crees que no he hecho nada,
asómate y comprueba
cuánto esfuerzo ha requerido
y las sorpresas encontradas,
en algo que no es mío
y que aún ni siquiera comprendo ...





Tardes de otoño


Sigo la corriente de la brisa de la tarde.
No me asusta creer que la lluvia
irrumpirá el viernes por la noche.
Dejo caer mi mente
en el dulce regazo de los sueños.
Todo está tranquilo ahora.

Ayer fue tu rito de transición
y aunque no estuve,
sé que lo resolviste según lo esperado ...
Y ahora crees que te esperan cosas nuevas
cuando ya casi lo has vivido todo
(o eso crees).

Si pudiera regalarte un silencio
más profundo que éste,
créeme, encantada lo haría.

Pero hasta tu voz cansa.
Hasta tu voz cansa
porque hasta a mí me cansa la mía.

Me gustaría tener una despedida
más cordial, más amable,
pero también más fría y despectiva;
porque me da la impresión de que otras
lo que por ti yo he hecho,
ellas ni se atreverían ...




No te quedes ahí sentado
y ven a recorrer mi piel,
sumérgete en mis muslos
y cierra los ojos si me besas.

No hay nada más absurdo
que buscar pruebas de ausencia
en un abrazo.
Si los cuerpos se funden,
ya no importa si es amor
o pasar el rato.
Quiero que entiendas
que es mucho lo que valgo
y que si me regalo a ti
no espero que sepas
el por qué lo hago.




Ocurre si pienso en tu nombre.
Ocurre cuando no me llamas
y también cuando no estás cerca.
Ocurre cuando sube la marea
y al ritmo del viento tú te alejas.

Ocurre cuando camino disfrazada
entre las luces o entre las sombras.
Ocurre cuando te miro sin pudor
o me aparezco ausente o extraviada.
Y sin embargo, nunca, ocurre nada.





Las olas se enraízan en sus cabellos
como del mar en sus profundidades.
Sólo ellas saben a quién quiere
cuando son testigos incautos
de sus divagaciones autumnales.

El sopor de la brisa me contesta
que pronto va a anochecer.
Las palabras del viento voy a buscar
hoy en el fondo de sus ojos.

La luna se estremece y se despierta
como si su esfuerzo de salir
a pasear por la playa desierta
resultara en vano y quiere huir.

La respuesta a sus preguntas
la tiene el sol del verano
y ése es como una persona
que sólo cuenta la verdad
cuando le parece o cuando
se le escapa de las manos.





La noche, siempre la noche


Llueve y me gusta.
Sé que escuchar esos sueños líquidos
valen bastante más de lo que puedo asumir.
Pero la música no conoce lugares ni gentíos,
sólo el oído que la escucha,
que se deja seducir dulcemente por ella,
que se envuelve en la magia de la noche
y se duerme con su fulgor.





Aprovecha hasta la última gota
porque bien pudiera ser la última.
Sed. Algo impasible que no se nota
hasta que llueve una gota única.
Beber, beber como la tinta bebe
de este papel y se funde con él.






Dime si la juventud que ahora tengo
no me cegará los ojos.
Al paso de los años
son muchas las emociones y lágrimas
que en un cristal adormecidas
se venden a precio de oro y de rutina.

No basta sólo con observar...
hay que mirarse una también
al espejo de la desidia
y respirar profundo
hasta quedar adormecida.

Después llega el silencio
y aún en él se sabe que se vive
y se siente parte del todo.

No importa que otros vengan
con sus manos extrañas y metodológicas
a recordarnos que ya no somos
tan libres como antes.

Necesitamos que en la noche se nos cuide,
se nos mime y se nos proteja,
porque son muchos los monstruos
que, incluso a la luz del día,
nos invaden los ojos.

No importa cuál sea la edad
ni cuán largo sea
el sonido vacío de nuestro silencio.




Los números son traicioneros.
Indican distancias si te acercas,
costos si te entregas y grados si los dejas.

Pero no hay más número
que tu clave secreta,
que esa llamada misteriosa
que descuelgas y no suena,
que nadie coge ni nadie llama
y sin embargo todos esperan.

Deja que se marque el código sin pausa.
Y eso es lo que tú no entiendes:
que las cifras son sólo símbolos que unen
y si a nosotros nos separan
será porque no entiendes
que en el amor no vale
la lógica de las matemáticas.


FIN

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